Históricamente, la figura del mecenas ha contribuido con el sostenimiento de la producción artística. Puesto que gracias a su existencia, los creadores no debían someterse a las reglas del mercado. Sino que solamente podían regirse por las pautas del ‘Arte’.

El mecenazgo más popular es que el se llevó a cabo en el Renacimiento bajo los cánones e ideales del ‘humanismo’. Los creadores renacentistas, que eran acogidos en el entorno del mecenas, no solo podían despreocuparse de su nivel de vida, sino que además podían entrar en contacto con otros artistas su momento: fomentándose el diálogo, el intercambio, la formación y la mejora de sus técnicas. Una etapa que se considera el germen, además, del coleccionismo.

El ejemplo más conocido es el de la familia Médici, con su emblemático Lorenzo de Médici: un mecenas de gran sensibilidad e innumerables talentos (estadista, poeta, filósofo, banquero…). Los Médici consiguieron convertir Florencia en el epicentro cultural de su tiempo.